La importancia de las algas en el mundo
Más de seis millones de pequeños agricultores en 48 países dependen de las algas para su sustento. En esta columna, se describe la situación actual en esta industria poco conocida y se expone el potencial de las algas marinas como un «cultivo maravilloso» con capacidad para contribuir significativamente a objetivos clave de desarrollo. Sin embargo, al igual que la industria bananera mundial, la producción de algas marinas se basa en una diversidad genética muy limitada. Esto se vuelve problemático conforme el cambio climático afecta los lugares propicios para el cultivo de algas, con consecuencias graves para las comunidades costeras más empobrecidas.
Desde la década de 1950, la producción de algas marinas ha aumentado de medio millón de toneladas anuales a más de 35 millones en la actualidad, generando un crecimiento de 15 veces en poco más de medio siglo. El mercado global de algas marinas tiene un valor estimado de 15,000 millones de dólares estadounidenses.
Diversos tipos de algas tienen distintos usos; algunas son alimentos básicos en países asiáticos, mientras que las «algas rojas» producen carragenina, un agente gelificante ampliamente empleado en las industrias alimentaria, de belleza y farmacéutica. Además de su valor nutricional, las algas pueden ayudar en la absorción de carbono, reducir la emisión de metano por el ganado, reemplazar derivados de combustibles fósiles con alternativas como bioplásticos y biocombustibles, y ofrecer alimentos funcionales. No es de extrañar que se hable del potencial de las algas marinas como un cultivo prometedor.
No obstante, estas cifras positivas ocultan dos desafíos significativos en la industria de las algas. En primer lugar, al igual que en la industria bananera, la producción de algas rojas se basa en una diversidad genética muy limitada.
La propagación de algas marinas es fácil, similar a la de los plátanos; sin embargo, lo cultivado es genéticamente idéntico al progenitor. A pesar de la reproducción sexual de las algas, que incrementa la diversidad genética, esta ocurre en laboratorios debido a las corrientes oceánicas que arrastran las plántulas.
Historia del cultivo de algas en agricultura
El comercio global de plántulas comenzó en la década de 1950 gracias a la facilidad de propagación vegetativa y la resistencia al transporte de largas distancias de las algas rojas. No obstante, la diversidad genética es reducida, ya que solo unas pocas especies se usan en granjas comerciales, similar a la industria bananera.
El cambio climático amenaza la producción de algas marinas al aumentar el estrés en estas por el calentamiento de los océanos, lo que incrementa su vulnerabilidad a plagas y enfermedades. El aumento de la temperatura del mar en Zanzíbar, por ejemplo, ha disminuido el valor de la cosecha de algas marinas en Tanzania. A pesar de esto, hasta 2021 no había una organización internacional supervisando la salud de las algas marinas ni regulaciones globales para promover el intercambio saludable y la diversidad genética.
El segundo desafío es que los agricultores más pobres de comunidades costeras cultivan algas marinas y dependen de ellas. Más de seis millones de ellos en 48 países confían en las algas marinas para su sustento. Sin embargo, enfrentan dificultades para enfrentar los impactos del cambio climático.
Las algas marinas son un cultivo asequible para los agricultores pobres, ya que requieren insumos mínimos y un corto tiempo de siembra hasta la cosecha. Esto es ideal para aquellos con pocas oportunidades de ingresos.
La sostenibilidad de la industria de algas rojas podría contribuir a múltiples Objetivos de Desarrollo Sostenible, pero requiere un enfoque similar al de la industria bananera. Los productores de algas necesitan diversidad genética y biobancos, además de investigar la reproducción a partir de diversidad genética en la naturaleza.
La industria debe enfocarse en agricultores más pobres y mujeres, además de desarrollar productos alternativos y rastrear la trazabilidad mediante tecnologías como el blockchain.
Lograr esto es esencial para el potencial de la industria de algas marinas y para enfrentar el cambio climático.